Relatos de Sebastopol
En estos relatos tenemos un
claro ejemplo de los bien llamados “dialectos del alma”, que es como Chernichevski define al estilo singular en que Tolstói se adentra en la psique de sus personajes. Con ellos
nos presenta lo inexplicable de la guerra para un individuo y lo nefasta y
terrible para el género humano. “Qué supone la muerte de un
insignificante gusano como yo en comparación con tantas muertes y tanto
sufrimiento”.
Relatos de Sebastopol lo conforman tres relatos y es interesante saber que
los escribió de manera separada, y en sus inicios todos ellos corrieron con
suerte diferente. Sebastopol en el mes de diciembre, la primera vez que fue publicado, sufrió una
censura tan terrible que Tolstói
se negó a poner siquiera sus iniciales en el escrito. Por su parte el segundo
relato Sebastopol en el
mes de mayo lo escribió en tan sólo
ocho días gracias a la gran aceptación del primero, además en este momento de
su vida el autor estaba cada vez más convencido en que el camino que debía
tomar era el de las letras, como podemos verlo en varios de los apuntes en su
diario; “El ejército no es para mí, y cuanto antes salga de él para
dedicarme a la literatura mejor será”.
Pero el dato que me parece a
mí más interesante es que él 12 de enero de 1855 se publica el último de los relatos
Sebastopol en el mes de agosto, con
el que Tolstói estaba tan complacido que por primera vez decide firmar con su
nombre completo. Y en este momento graba su nombre por primera vez en la
historia de la literatura universal a la vez que empieza una inmensa
bibliografía de cuentos, relatos, novelas y otros escritos.
Pero a todo esto no he hablado
aún sobre el contenido de estos relatos. Por un lado Tolstói estuvo en el
cuarto bastión de Sebastopol y a pesar de haber corrido con suerte, fue testigo
de todo lo que se llevaba a cabo y fue capaz de acompañar al lector de la mano
durante todo el recorrido hasta el quinto bastión y las historias que iban
quedando a su paso. “Verá médicos con las manos ensangrentadas hasta los
codos, con los semblantes pálidos y sombríos, atareados alrededor de un catre
en el que yace, con los ojos abiertos y delirando palabras sin sentido, a veces
ingenuas y conmovedoras, un herido bajo los efectos del cloroformo.”
Y así de una manera
impresionante y después de mostrarnos los alrededores y la realidad de la
guerra, comienza un dialogo interior con los personajes que trabajan la guerra,
tratando de entender y explicar sus acciones, “la gente no acepta esas
terribles conclusiones por un título, una cruz o una serie de amenazas: tiene
que haber otra razón sublime e inductora…el amor a la patria”
De este modo y lleno de un
nacionalismo exaltado, Tolstói utiliza otro de sus recursos literarios
favoritos, la comparación, para confrontar la figura ideal de un soldado con su
realidad humana. “Vaya, qué mal huele” – esto es todo lo que este hombre
dejó entre la gente”.
Son además estos relatos los
que le han dado el título, en opinión de muchos conocedores, de él primer
corresponsal de guerra. Pues fue en muchos sentidos el primer acercamiento a la
realidad de las batallas para todos los que sólo tenían de ella la imagen de unos
uniformes impecables.
Por estas y muchas otras
razones Relatos de Sebastopol es
una lectura que obliga a la reflexión pues muestra una realidad que ha sido
parte de la humanidad desde siempre. La búsqueda del honor y la gloria
individual y la forma en que esta sigue afectando a un gran número de personas.
“Cientos de cuerpos
calientes ensangrentados, hasta hace dos horas llenos de esperanzas y deseos
diversos, grandes y pequeños, yacían con los miembros rígidos en el valle
florido y cubierto de rocío que separaban el bastión de la trinchera y en el
campo llano de la capilla de los Muertos de Sebastopol.”
De este modo el autor nos
acompaña durante todo el sitio de Sebastopol y de la misma manera brillante en
que nos invitó a este recorrido, nos despide de él de forma elegante y precisa,
haciendo que guardemos cierta distancia, nos regresa a nuestra tranquila
realidad.
“En toda la línea de los bastiones de
Sebastopol, en los que había bullido durante tantos meses una vida
extraordinaria y enérgica, que habían contemplado durante tantos meses morir a
los héroes, sustituidos por otros que durante tantos meses habían suscitado el
miedo, el odio, y por fin, la admiración del enemigo: en los bastiones de
Sebastopol ya no había nadie”.